jueves, 22 de mayo de 2008

Esa mañana...

0 comentarios
La luz del nuevo día dio fin a mi letargo. Eran casi las seis de la mañana. Mi familia, aún durmiendo, era parte de la mezcla de sonidos de una mañana solitaria cualquiera. Tirado en la cama intenté recordar la esencia de lo que había soñado, pero fue inútil…

Al levantarme de la cama, miré de reojo el poster de Marley que engalana la suciedad de mis paredes y comencé a cambiarme de ropa, aún somnoliento. Con el rostro lleno de sudor, caminé hacia el baño, y cada paso que daba era un afiebrado intento de recordar, pero el techo parecía decirme que era imposible, la luz se hacía cada vez más fuerte y con ella la sensación de que no volvería a verla.

Pasadas las seis y media de la mañana salí desesperado sin siquiera desayunar. Subí a la primera combi que divisé y, encorvado y molestísimo, fui en busca de un asiento disponible, el único en ese destartalado carro, que estaba al fondo a la izquierda. Me senté y miré por la ventana (siempre que hago eso siento nostalgia, no sé porque exactamente, pero lo siento).

La gente bajaba y subía de la combi, pero eso a mi, poco me importaba. Mi cuerpo estaba en el móvil, pero mi mente en otro lugar, quizás con ella en un mundo surrealista creado por enloquecidas mentes o en un campo de almas, donde las nuestras se mezclaban con el frio del lugar.

sábado, 17 de mayo de 2008

Un año...

2 comentarios
Recuerdo que, por un sol fuiste mia.
Ni bien te tube en mis manos, te ate a mi.
Y eres mas que un adorno de mi mano al caminar.
Hemos vivido momentos inolvidables, buenos y malos.
Hoy cumplimos un año de no separarnos y, espero no hacerlo, por lo menos en un año mas...¿porqué?...por que significas mucho en mi.
Y es que te quiero!...A ti...mi pulsera de hermosos colores: Verde, amarillo y Rojo...

viernes, 16 de mayo de 2008

Reflexión

0 comentarios
Sino me apruebo a mi mismo, ¿quién me va a aprobar?.

Sino me intereso en lo que hago, ¿a quién le va a interesar?.

Si no me inspira respeto mis acciones, ¿a quién han de inspirarle?.

Si no me dispongo a perdonar las faltas ajenas, ¿Con qué derecho he de esperar que otros perdonen las mías?.

Si no confió en mis propias decisiones, ¿quién habrá de confiar en ellas?.

Si no tengo fe, ni sueños, ni esfuerzo, ¿por qué acusar al mundo de ser árido, frio y perverso?.

Si consiento que la envidia, el rencor y el mal dominen mi mente, ¿por qué no habré de sufrir?.