Eran cerca de las diez de la mañana, el malestar de la resaca era inevitable, un baño y salir a comprar pasajes para ir a un pueblo más alejado aun, a tres horas y un poco mas viajando en bus.
El bus parte rumbo al pueblo. Los paisajes eran hermosos; los abismos, espantosos. La sensación del tambaleo del bus en los abismos era de placer y miedo...confuso pero agradable.
Llego al pueblo y el cielo me recibe con un imponente arco iris. Camino por el pueblo y los lugareños me saludan - costumbre tan acogedora de la gente serrana - y conozco así, más del pueblo.
El cielo toma un color oscuro, la noche cae; las gotas de lluvia mojaban mi rostro y las ganas de saber de ella me hicieron mandarle un mensaje...espere una respuesta pero no llegó.
Mientras la noche se iba, unas copas de whisky me acompañan.
lunes, 14 de enero de 2013
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